DESCANSANDO EN "LA MARINA"
(El parque de mi Barrio)
El Chino JUAN
En el último ingreso en el Hospital -durante mes y medio- he tenido
varios compañeros o vecinos de habitación. Uno de ellos ha sido un chino. Le
habían ingresado porque tenía sangre en los pulmones en gran medida por el
tabaco.
Como no decía nada -solo hablaba por teléfono- me presenté:
-Hola, yo me llamo Carlos ¿y tú?
-¿Qué, cómo…?
-Mi nombre es Carlos ¿y el tuyo?
-Ah, sí. Juan.
Pensé que había castellanizado el suyo chino para mejor integrarse. Pero
nada más lejos de la realidad. Yo debí de entenderlo mal pues tanto las
enfermeras como la médica le llamaban CHEN. Pero el caso es que mi hijo, mi exmujer
y yo le llamábamos Juan y nos contestaba. Es como si no quisiera dejarnos en
ridículo, algo que agradecí.
Mi compañero Juan/Chen era un tipo singular. Nunca se sentó en el
butacón que tenemos todos los enfermos. Siempre de pie o sentado en la cama o
tumbado. Siempre comía de pie. Las enfermeras y auxiliares insistían en que se
sentase, pero no lo convencieron.
Todos los días después de cenar, se ponía la ropa de calle encima del
pijama y salía de la habitación con el teléfono. Unos días solo la chupa, otros
solo el pantalón, otros las dos prendas. Lo que no entiendo es por qué se iba
si yo no tengo ni puta idea de chino. Nunca tardaba más de 20-25 minutos.
Volvía, se quitaba la ropa y como si no hubiese pasado nada. Todos los días me
quedaba con las ganas de preguntarle dónde iba, pero nunca me atreví.
La tarde anterior a que le dieran el alta, como todos los días, después
de cenar salió pero lo curioso es que no se puso ropa de calle.
Después de unos 20 minutos, petan en la habitación y entra el chino
Juan/Chen agarrado de un brazo por una enfermera o auxiliar y por el otro por
un Guarda jurado.
Y van y me dicen ‘Que controle a mi compañero ya que le han pillado,
solo con el pijama, en el parque que hay a la salida del Hospital fumando y
hablando por teléfono. Que el día anterior ya le habían visto en el mismo sitio
pero con la chupa y el pantalón del pijama pero cuando salieron ya se les había
escaqueado.’
Mi contestación fue, primero, que yo no tenía ninguna responsabilidad
sobre mi compañero, que era cosa suya. Y, segundo, que con la cadera rota y el fémur fracturado, iba a salir corriendo tras de él.
Esa tarde/noche no dijimos nada de lo sucedido e hicimos y hablamos como
todos los días. El caso es que ‘descubrí’ dónde iba y qué hacía todas las
tardes después de cenar.
Bueno, voy a dejar libre el extremo del banco para que se siente otro
jubilado o jubilada. Creo que hay que repartir lo que tenemos en el parque:
sitio y tiempo. Salud.
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