COMPAÑERAS Y
ANARQUISMO.-
Nunca me consideré nada especial, pues
nada especial hice en mi vida, pero me parece que cada día me siento un poco
más “un bicho raro”.
Me he considerado siempre anarquista, pero…
¿qué es ser anarquista?
Si me guío por los conceptos clásicos del
anarquismo teórico, puede, pero sólo puede, que sea un anarquista: No acepto el
Estado como sistema de convivencia; no quiero que haya militares, pues me
considero pacifista; no quiero que las religiones se impongan en el devenir diario
de la sociedad, pues me considero ateo; no quiero que existan empresas para el
lucro personal, pues me considero colectivista; no quiero una justicia que sólo
esté destinada a que el poderoso se imponga sobre el pobre, pues creo en la
justicia popular, como la entendemos los libertarios; no quiero una sociedad
que esté regulada para todos, porque creo en la individualidad y en el “poder”
colectivo del momento; no quiero una sociedad en que el hombre se imponga a la
mujer por no sé qué “derechos” de especie, pues creo y practico la igualdad
entre las personas.
Alguien se preguntará que a qué viene esta
“declaración de intenciones”. Pues es buena pregunta, pues también yo me lo
planteo.
Vale, esto viene a que dentro del
Movimiento Libertario, tenemos que empezar a plantearnos muy seriamente la
igualdad entre hombres y mujeres, que creo que nunca, por más que nos
emperremos ha existido. Puede que haya habido momentos en que la igualdad era
auténticamente necesaria (en los periodos Revolucionarios, por ejemplo) en que
la mujer era tenida en cuenta en tanto debía de ser sustituta de los hombres
(esto también tira por tierra la famosa igualdad anarquista), pero por lo demás
pocas veces se ha luchado por una auténtica igualdad de sexos (expresión que no
me gusta), igualdad de personas.
Hasta tal punto el Movimiento Libertario
ha sido siempre “desigualitario” con las mujeres, que siempre las acciones de
verdadero peligro las han realizado los hombres. Las mujeres han quedado
relegadas siempre a un papel (no por ello menos importante) secundario.
¿Se ha planteado alguna vez el Movimiento
Libertario que fuesen las compañeras las que fueran protagonistas de las
acciones y el hombre se quedase en las tareas “secundarias”?
Porque en realidad nunca hemos querido
cambiar las estructuras. Parece que a los hombres, por muy anarquistas que nos
queramos calificar, nos viene de puta madre la situación de prevalencia del
hombre sobre la mujer.
El hombre trabaja (por regla general) y la
mujer se queda al cuidado de los hijos.
El hombre lucha (por regla general) y la
mujer ocupa l papel de “punto de apoyo”.
El hombre dirige los sindicatos (por regla
general) y la mujer ocupa alguna secretaría de finanzas o de la mujer o de
movimientos sociales. Nada que ver con la auténtica lucha.
El hombre “permite” que las mujeres se
organicen en colectivos diferenciados de la organización general de las
organizaciones anarquistas.
El hombre, en los sindicatos
anarcosindicalistas, en el fondo, mira a las mujeres con condescendencia, con
una “superioridad” rayando en el “mimo”.
La mejor prueba de lo que digo, y por eso
ha venido todo lo dicho anteriormente, es que hasta el movimiento libertario
(la C.G.T. en concreto) ha sacado un
manual “NO SEXISTA”.
Desde mi punto de vista, como anarquista y
anarcosindicalista que me considero (aunque esto ya lo dirán los demás según mi
actuación diaria en la lucha) este “Manual” es lo más Sexista que ha hecho el
Movimiento Libertario hasta el momento.
Desde siempre el Movimiento Libertario se
dirigió a sus militantes (hombres y mujeres) con un “Salud compañeros”. Nunca
jamás nadie se sintió discriminado, ni ofendido por esa forma de hablar porque
todos (y todas) sabían que se dirigía a toda la Organización al completo, de la
que forman partes PERSONAS, ante todo, y NO sexos.
Porque vivimos en una Sociedad en la que
podemos hablar de “la perversión del lenguaje”, pero que al menos para mí, en
este aspecto no existe tal perversión, pues cuando me dirijo a mis compañeros
me dirijo a todos los asistentes al comicio en el que nos encontremos.
El simple hecho de hablar en cualquier
escrito, asamblea, pleno, congreso, a “LOS COMPAÑEROS Y A LAS COMPAÑERAS”, es
síntoma de que existe una diferenciación, de que no somos iguales. Es tal el
absurdo, además de la pérdida de tiempo y de energías que a veces me planteo en
qué organizaciones milito.
A mí el que cualquiera se dirigiera a
todos los asistentes a un congreso con un “SALUD COMPAÑERAS” no me produciría
ningún tipo de rechazo, antes al contrario, supondría que estamos aceptando la
forma femenina de dirigirse a todos. ¿Por qué es normal el “compañeros” y no es
normal el “compañeras”? Es un simple matiz de “PERVERSION DEL LENGUAJE”, que al
no estar acostumbrados, ya que siempre han dominado los hombres, pues nos
resulta chocante, pero no imperfecto.
Y llega hasta tal punto que las mujeres
que forman parte de las Organizaciones Libertarias tienen que crear sus propios
grupos para la “Autodefensa” tanto de los
patronos y de la sociedad en la que viven, como de sus propios compañeros. Así
de claro y así de duro.
Yo puedo entender, y de hecho entiendo,
que las compañeras creen grupos para problemas y situaciones propias de su
género (reglas, embarazos, maternidad) de las que tan sólo ellas saben y ellas
han de solucionar. Pero también entiendo y asumo que desde esos grupos de “autoayuda”
se proyecte a los compañeros y les hagan partícipes de sus problemas, pues con
ellas convivimos la mayoría de la sociedad, sin entrar ahora en el respeto a las distintas
formas de relación entre las personas.
El anarquismo sabemos que SON PACTOS
LIBRES ENTRE PERSONAS LIBRES.
No entiendo el por qué damos ánimos a las
compañeras para que creen colectivos de mujeres para la defensa de “no sé qué
historias” cuando dichos colectivos tendríamos que componerlos todos los
militantes anarquistas y anarcosindicalistas por el simple hecho de serlo. El
permitir que existan, es permitir la división de sexos, es permitir la
desigualdad en el Movimiento Libertario. Y permitir la división de sexos es no
ser anarquistas, es hacer dejación de nuestros principios.
Y por supuesto, utilizando la “perversión
del lenguaje”, me seguiré dirigiendo a las personas de la Organización en la
que milito de la misma manera:
“Salud compañeros”.
Si sirve para el debate, me alegro.
Salud y Revolución Social (y ferrocarril
público, social y gratuíto)
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