SOLIDARIDAD Y APOYO MUTUO

"...advertimos a la clase patronal que ellos nos han colocado en la calle y en ese terreno estamos dispuestos a afrontar las consecuencias que de esta torpe actitud se derive, todo menos que nuestra actitud de trabajadores honrados y conscientes sea vilmente atropellada." (Comité de Huelga. Huelga General de Zaragoza, 1.934)

sábado, 16 de enero de 2016

Anarquismo español y educación

Buenas tardes

Desde Confederación Nacional del Trabajo (CNT)- Asociación Internacional
de Trabajadores (AIT) y el Ateneo Libertario "Eduardo de Guzmán" (ALEG)
queremos compartir este trabajo de Anastasio Ovejero catedrático de
Psicología Social en el Campus de la Yutera (Palencia), perteneciente a
la Universidad de Valladolid, sobre el Anarquismo Español y Educación
Publicado en el periódico CNT tras hacerse la charla en nuestro Ateneo
Libertario

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ARTÍCULO:
Anarquismo español y educación

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"El anarquismo español dedicó siempre una atención especial a la
educación dentro de su estrategia revolucionaria. Baste con recordar el
conjunto de resoluciones sobre enseñanza aprobadas por la C.N.T. en sus
congresos de 1910, 1919, 1931 y 1936".

Anastasio Ovejero Bernal | Periódico CNT

Mi intención en este trabajo es traer a la memoria un tema viejo, pero
del que aún pueden extraerse grandes enseñanzas para los tiempos que
ahora corren. Me refiero a las colectivizaciones libertarias,
posiblemente la experiencia de autogestión obrera total más importante
en todo el mundo desde la revolución industrial, experiencia que, entre
otras cosas, puso en práctica una educación bien diferente de la
tradicional, tanto en sus fines como en su filosofía subyacente y en sus
prácticas cotidianas.
Si los ilustrados levantaran la cabeza, se volverían rápidamente a sus
tumbas. Ellos creían que si se generalizaba la educación en una
sociedad, esa sociedad se haría mejor, resolvería adecuadamente sus
conflictos y hasta desaparecería la violencia. Pues bien, prácticamente
toda la población europea recibe educación escolar hasta los 15 ó 16
años, y millones de ellos siguen estudiando hasta los 20 y los 25 años.
Y sin embargo, no se han cumplido en absoluto sus optimistas
previsiones. Y es que ellos olvidaron algo esencial: no toda la
educación libera. Lo esencial no es la cantidad de educación sino el
tipo de educación. Hay una educación que libera y que fomenta el
espíritu crítico y hay otra educación que constriñe aún más la mente
humana y que empobrece el pensamiento crítico. Así, el capitalismo
europeo ha fomentado la educación escolar, pero ha sido una educación
cuya finalidad básica es, por una parte, preparar trabajadores eficaces
y disciplinados, y por otra, construir ciudadanos dóciles y obedientes.
Y por eso ha habido siempre tanta oposición a la implementación escolar
de una educación libertaria, hasta el punto de que se llegó incluso a
fusilar a Francisco Ferrer.

La Escuela Moderna
Pues bien, lo que pretendieron los colectivistas libertarios fue
construir una sociedad igualitaria, cooperativa y solidaria, pero
siempre apoyándose en la educación. Porque, según ellos, la
transformación social sólo podría provenir de un cambio radical de
mentalidad de la mayoría de la ciudadanía, por lo que la educación,
tanto la formal como la no formal, inevitablemente se tenía que
convertir en el elemento básico y fundamental del proyecto anarquista.
Como es sabido, a la rebelión militar del 17 de julio de 1936 respondió
la C.N.T. con la revolución social, que era la consecuencia de varias
décadas de educación libertaria obrera. En efecto, quienes levantaron
las colectivizaciones habían ido a las escuelas libertarias y habían
recibido una educación inspirada en la Escuela Moderna de Ferrer. Desde
varias generaciones atrás, los anarquistas españoles, especialmente en
Barcelona, habían puesto el acento en la educación. Por tanto, aunque
fue un fenómeno espontáneo y totalmente imprevisible, las
colectivizaciones no hubieran sido posibles sin el poso que durante
varias décadas fue dejando la educación libertaria en miles de
trabajadores y sin su convicción de que la transformación radical de la
sociedad sólo puede conseguirse a través de la educación y de la
cultura. No olvidemos que, como escribe Alejandro Tiana, "ante todo, es
preciso señalar que el anarquismo español dedicó siempre una atención
especial a la educación dentro de su estrategia revolucionaria. Baste
con recordar el conjunto de resoluciones sobre enseñanza aprobadas por
la C.N.T. en sus congresos de 1910, 1919, 1931 y 1936". Fue, en
definitiva, el tipo de educación libre, cooperativa, solidaria y crítica
que habían recibido miles de obreros anarquistas lo que provocó que, al
darse las circunstancias propicias, surgieran espontáneamente las
colectivizaciones libertarias.
La mayor parte del movimiento libertario español tenía puestas todas sus
esperanzas en la cultura y en la educación como auténtico motor del
cambio social. De hecho, como escribía hace unos años Álvarez Junco,
"entre los anarquistas, el planteamiento es, en principio, tajante: cada
militante debe realizar una 'revolución interior', fundamentalmente
intelectual, antes de poder aspirar legítimamente a transformar la
sociedad…, y sólo cuando, gracias a la cultura, se haya creado un número
considerable de seres 'conscientes' de sus derechos y liberados
personalmente del militarismo, la religión, los vicios y la ignorancia
de la sociedad actual, será positiva una acción revolucionaria tendente
a derribar las estructuras sociales y sustituirlas por otras en las que
esos individuos transformados previamente puedan iniciar la práctica de
la libertad".

Maestros por curas
En resumidas cuentas, la preocupación por la educación y la cultura
ocupó siempre un lugar central en el pensamiento político del anarquismo
español, impregnando totalmente la ideología e incluso la forma de vivir
de sus miembros, hasta el punto de que en cuanto podían abrían ateneos
libertarios, escuelas libertarias y editaban infinidad de periódicos.
Pero se trataba de una educación que tenía como objetivo último la
transformación radical de la sociedad, para lo que promovía ante todo el
pensamiento crítico, la libertad y los valores de igualdad y solidaridad
entre todos los seres humanos. Y en cuanto tuvieron ocasión, los
anarquistas españoles llevaron a la práctica sus ideales en el campo de
la educación, tanto a nivel cuantitativo (aumentaron mucho más aún el
número de maestros, de forma que a menudo en un pueblo en el que había
tres curas y un maestro, los anarquistas quitaron los tres curas y
pusieron cinco maestros; implantaron la escolarización obligatoria hasta
los 14 ó 15 años; por ejemplo, en Calanda se pasó de ocho a dieciocho
maestros, aumentando el alumnado en un 25% con respecto al curso
1935-1936. ¡Y todo ello en plena guerra! Y teniendo en su contra no sólo
a los militares rebeldes, sino incluso al gobierno de la República y a
toda Europa.
Pero la empresa educativa de las colectivizaciones no se circunscribió
sólo a la educación primaria ni siquiera sólo a la educación formal,
sino que también se ocuparon de abrir bibliotecas en todos los pueblos
colectivizados, fomentar conferencias y charlas culturales así como la
educación de adultos o la implementación de cursos y centros de
formación profesional. También adquirieron un cierto auge las escuelas
de párvulos y guarderías infantiles, dada la necesidad de atender a los
niños y niñas pequeños a causa de la incorporación de la mujer al
trabajo fuera de casa para suplir la falta de brazos. Por otra parte, el
arte y la cultura general fueron también objeto de diversas iniciativas,
con objeto de procurar un ambiente rico y estimulante para el desarrollo
integral de la población colectivista (apertura de Ateneos, veladas
culturales…)..
Finalmente, no deberíamos olvidar algo tan central en la concepción
anarquista de la cultura como es la educación no formal que englobaba
una muy variada serie de actividades como la educación artística, la
divulgación científica y cultural, el desarrollo de una nueva estética,
el debate sobre temas de actualidad, la edición de obras literarias o
científicas, etc., y que fueron llevadas a cabo principalmente por los
propios sindicatos de la C.N.T., por las Juventudes Libertarias, por el
colectivo feminista Mujeres Libres y por los Ateneos Libertarios, y
siempre bajo la concepción de la cultura y la educación como instrumento
de liberación de la clase trabajadora.
Y ésa fue siempre –y lo sigue siendo- uno de los principales objetivos
de los anarquistas: propagar una educación realmente libre, cooperativa
y solidaria que pueda transformar radicalmente la sociedad, frente a la
escuela oficial que lo que pretende es justamente lo contrario, es
decir, reproducir tanto las diferencias sociales como la misma sociedad
actual desigual e injusta. Y ello sería de gran interés hoy día frente
al proyecto opuesto que con tanto éxito el neoliberalismo está
implementando en todo el planeta.

* Anastasio Ovejero Bernal, es catedrático de Psicología Social por la
Universidad de Valladolid.

Salud
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2 comentarios:

  1. Es muy importante diferenciar entre cultura y educación. Una cosa es poner el conocimiento y las herramientas para desarrollarlo al alcance de todos y que cada cual elija aquello que le interese y otra la especialización del futuro obrero y el adoctrinamiento.
    Hasta cierto punto, mientras exista una sociedad capitalista, la competitividad a que se obliga a la población, hace imprescindible una serie de conocimientos que nos imponen para poder ganarnos la vida en una sociedad que no es libre, la enseñanza estatal se limita a esto acompañado de propaganda y adoctrinamiento. En una enseñanza libre, esta parte debe ser la mínima imprescindible (que cada vez es mayor), por tanto lo deseable es a la vez que se adquiere cultura, no dejar de luchar contra un modo de vida en el que la "educación" solo va dirigida a su rentabilización, o mejor dicho a la rentabilidad que obtiene el estado.

    Salud!

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    1. De acuerdo con lo que dices compañera, nos vemos en los Ateneos Libertarios y en los espacios autogestionados del siglo XXI ;)

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